El horizonte siempre queda a la misma distancia
CUMPLIMOS EL PRIMER AÑO SIN TRANSAR
Doce meses atrás alguien nos preguntaba: ¿de qué vas a hablar en Los Cerrillos, si acá no pasa nunca nada? Posiblemente esa haya sido la premisa que fundamenta el hecho de que Los Cerrillos jamás antes hubiera contado con un medio de prensa propio e independiente de todos los poderes. Y así era lógico que se pensara que nada sucedía en este pueblo, no porque ello fuera cierto sino porque nadie lo contaba. Y esa inercia por silenciar lo que se presumía como no ocurrido propiciaba que todo siguiera sucediendo con la impunidad de quien se sabe no visto ni oído por nadie y con la complicidad ingenua de todo aquel que reconocía los hechos pero pensaba “para qué meterme, si total yo no voy a solucionar nada”.
Los imprevistos de la vida -que siempre los hay- me hicieron llegar a Los Cerrillos hace casi dos años, pero a lo largo de todo 2013 nadie se dio por enterado porque debía cumplir con un trabajo que me encargaron de la Universidad del País Vasco y pasé catorce horas diarias encerrado todo ese tiempo para poder cumplir con esa tarea que hoy en España tiene forma de libro, un estudio sociológico que realizamos junto a dieciocho sociólogos, psicólogos y especialistas del comportamiento humano españoles y franceses, referido a los diversos rangos de víctimas del estado español. Después de ese trabajo me planteé dos objetivos vitales: poder trabajar en Los Cerrillos con mi oficio de treintatrés años e integrarme de alguna manera a la comunidad, pero no como miembro de algún club de fútbol ni integrante de tal o cual aparcería, porque de eso no conozco nada y posiblemente tampoco me interese conocer. Pero quería incidir en muchas circunstancias que veía porque notaba que era necesario y las fuerzas de los poquitos que también querían cambiar esas realidades no alcanzaban. Esta revista nació hace diez años en Colonia y continuó luego en Montevideo, Río Negro, Maldonado y la Costa de Oro. Junto con mi programa radial era una posible salida laboral, y como tal lo viene siendo. Contaba con todos los permisos del MEC y logré ponerla en práctica. Pero más allá de lo que la mayoría de los periodistas ególatras y personalistas consideran el periodismo no vale nada si sólo le sirve a quien lo practica y olvida que puertas afuera de las letras existe mucha gente sin voz que no puede o no tiene cómo expresarse. Por eso decidí además comprometerme socialmente en todo aquello que pudiera interferir entre los hechos y el bienestar de los pobladores. Y en este primer año algo bastante de ese objetivo se ha logrado, aunque el horizonte siempre quede a la misma distancia, y por eso es necesario continuar. Cuando ningún otro medio se atrevía a publicar la ilegalidad de un galpón de soja en el centro del poblado nos llamaron, lo denunciamos y a los dos meses ese foco infeccioso fue clausurado, y lo mismo con el peligroso basural generado por la intocable protectora de animales. Así también nos involucramos, como juez y parte, en la difícil tarea de erradicar el predio hotelero de ganado, de un propietario al que no pocos coterráneos consideraban desde invencible hasta peligroso, y ese predio al día de hoy se encuentra suspendido. Y lo mismo estamos procurando hacer por mejorar la asistencia en la policlínica local para los más pobres, entre los que nos incluimos. Pero aún quedan muchas cosas por hacer y necesitamos de la confluencia de todos para poder lograrlas. Por eso celebramos este primer año, pero sólo porque quedan muchos años más para incidir.
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