martes, 13 de enero de 2015

Con César Cabrera, cantor y compositor de Quinta de Illa
QUE EL LETRISTA NO SE OLVIDE

Tiene 35 años y el canto le surge natural y espontáneo a través de un importante caudal vocal y un buen manejo de la guitarra. Reivindica el concepto de patria grande en lo que a cultura respecta y le molestan los cantores acomodaticios que hoy no cantan contra las injusticias del sistema como sí lo hacían cuando aún no gobernaba el partido político que votaron. Al igual que Serpiente Pampa interpreta sobre todo canciones de origen rítmico argentino, aunque de autoría propia. Integró varios grupos, entre ellos Maciegas y Todamérica, y hoy comparte su tiempo musical con la banda de reggae Razativa. Nos pareció un buen cierre para este número ya que sintetiza y nombra una vertiente de músicos cerrillenses que por razones de espacio no podemos incluir en esta crónica. Esta es la entrevista que realizamos con César Cabrera.

—¿Cómo y cuándo empezaste en el canto? 
—Ya hace unos veinte años. A los seis años tuve la oportunidad de irme para Buenos Aires y ahí comencé con la guitarra, si bien no estaba en el rubro de lo que es la música popular latinoamericana.
—¿Qué hacías? 
—Empecé estudiando guitarra clásica, pero a los 15 años, cuando volví al pago, nuestra música me atrapó y arranqué con el tema del canto. Me inicié como solista y después participé en varios grupos. Grabé mi primer disco “Como yo te canto” en 2005, estuve en varios festivales, después integré el grupo Maciegas con la formación original...
—Que ahora se partió en dos grupos.
—Sí, el grupo Maciegas hoy se llama Todamérica, donde quedó la mayoría de los Maciegas. También integré Todamérica durante un tiempo y en 2011 tomé la decisión de retomar el camino solista.
—Así que la música uruguaya la conociste en Argentina. 
—Sí, en mi casa se escuchaba folklore de acá y de allá. Mi padrastro es de Santiago del Estero, también guitarrero -igual que mi abuelo- y con él aprendí a tocar la chacarera y algunos otros piques, si bien en un principio no me llamaba mucho la atención.    
—¿Qué música escuchabas entonces? 
—Me gustaba el rocanrol. A los once años me mataron Los Beatles y de ahí empecé a escuchar rock del setenta, Led Zeppelin, Deep Purple, AC/DC.
—Rock sinfónico casi. 
—Tirando a pesadito, que todavía me sigue gustando. Incluso con unos amigos también tenemos desde hace un año la banda de reggae Razativa.
—¿Tus letras en raíz folklórica y en reggae hablan de lo mismo? 
—Parecido, siempre buscando los sentimientos más profundos del ser, el amor, temas sociales...
—¿Cómo llegaste al disco? 
—El primer disco lo grabé en forma independiente en el sello Orión, gracias a que gané un certamen que organizaba la Asociación Rural del Uruguay. 
—¿Qué repercusión tuvo? 
—Bastante buena. Tuve la oportunidad de recorrer los festivales de Durazno, Andresito, Patria Gaucha…
—Lo que te escuché hacer hoy fueron ritmos fundamentalmente argentinos, chacareras, alguna zamba. 
—Sí en cierta forma, porque las chacareras que yo hago son mías en letra y música. Entonces como dijo Alfredo Zitarrosa cuando le preguntaron en Argentina “¿por qué usted canta zambas, que son argentinas?”, él respondió “no, las zambas que yo canto son mías”. No creo en la separación, creo en la patria grande en lo que tiene que ver con lo musical. Y en 2009 editamos con Gerardo Molina el disco “Del campo vengo” donde participaron Los Orilleros, el grupo Sendas y Luis Esquibel.
—¿Cómo ves el panorama musical en Los Cerrillos? ¿Qué hay hoy? 
—El panorama musical en Los Cerrillos es muy bueno y va a seguir siéndolo, porque es un pueblo que ha dado y sigue dando buenos cantores. En sus comienzos Germán Obiague, que hoy no está, los muchachos de Serpiente Pampa, gente muy joven, el dúo Misterios de Las Brujas, ganador del primer premio en el Festival de Durazno 2012, Nicolás Sappa, Los Orilleros, que tienen repercusión en todo el país, Takuare’e, el grupo Sendas, Gustavo Capotte, La Cerrillera, hay cantores que hoy no están como Carlos Van Velthoven, que está viviendo en Tacuarembó, y tantos más. Es un pago muy musical este, que tiene cinco mil habitantes y hay cantores para tirar para arriba. Lo que yo veo es que se terminaron las viejas tertulias de boliche que había en la época en que yo empecé, donde había música en todos los boliches siempre, si íbamos a tomar una te pedían que trajeras la viola o los mismos boliches tenían una guitarra, y como que eso se cortó. Se profesionalizó la música, que está bien, pero esas tertulias tienen que seguir estando, porque son el contacto cara a cara con la gente, cantando ahí mano a mano, sin más interés que pasarlo bien, que compartir, que dejar lo tuyo para que el otro lo sienta.
—Pero seguramente gusta más la canción de raíz folklórica que otros estilos. 
—Ah, sí, acá el folklore. Acá no vengas a jugar con otra porque no jugás.
—Folklore y cumbia. ¿El rock no cabe? 
—En la juventud sí. A la juventud le gusta mucho el rocanrol. Hubo un par de bandas acá de rock.
—Hay todavía. 
—Hay todavía, sí.
—¿Sobre qué estás escribiendo hoy? 
—Fui padre hace poquito, así que tengo una canción nueva que le escribí para mi hija, por ejemplo. Estoy escribiendo también sobre... Tengo otra canción nueva, que me falta estrenar, que dice “tanto tiempo te escuché cantar, gritar, tanto tiempo combatir y reclamar, quedan tantos por ahí que no alcanzaron a ver ese cambio de vivir con dignidad”, y habla un poquito de cantores que cantaron muchas cosas mucho tiempo y están faltando, eso está faltando.
—Capaz que el hecho de que el Frente Amplio esté en el gobierno ha influido en eso. 
—A mí me parece que sí, qué querés que te diga, a mí me parece que sí. Está faltando no el protestar por protestar, está faltando el decir: yo antes cantaba una cosa y ahora canto otra, ¿cómo es?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su opinión: