
Bienvenidos a toda la información más necesaria y posible sobre la ciudad de Los Cerrillos (Canelones) y zonas aledañas. Con nuestra gente como punto de partida y referencia fundamental, para aportar al crecimiento vital de la zona y a la solución de todo lo que esté en nuestras manos cambiar. Recibimos vuestros comentarios para no equivocarnos, para estar siempre de oídos abiertos y para hacer posible este intercambio que, nos comprometemos, será sin duda sumamente fructífero. Muchas gracias.
martes, 13 de enero de 2015
Canto popular cerrillense
UNO ES LO QUE HA VISTO
La frase del título pertenece a un poeta colombiano y me la contó Abel Soria desde San José. El llamado canto popular
-que no es tan popular como se lo vende- debería cantar
opinando precisamente sobre eso, sobre lo que ha visto, cosa que no siempre sucede por un culto desmedido a la exaltación del paisaje o por intereses político partidarios
-que no es tan popular como se lo vende- debería cantar
opinando precisamente sobre eso, sobre lo que ha visto, cosa que no siempre sucede por un culto desmedido a la exaltación del paisaje o por intereses político partidarios
que muchas veces condicionan esa libertad de ser como lo afirma el poeta. La modernidad también a veces le juega malas pasadas, hasta que quien escucha logra entender que vestirse con pilchas ajenas se paga caro, pero muy rara vez quien escucha llega a tal planteo. En Los Cerrillos se canta mucho, y generalmente se canta más de lo que se escribe. ¿De qué estamos hablando entonces cuando hablamos de un canto popular cerrillense? ¿De cosas y hechos vistos con ojos locales o de canciones importadas de otras zonas que
a Los Cerrillos no lo conocen ni por el nombre?
Aquí algunos de nuestros intérpretes. Abel Soria entre ellos.
Desde aquí se ve
EL CANTO CON FUNDAMENTO
Todavía algunos académicos, de esos que a la vida cotidiana muy poco aportan más allá de sus bibliotecas, siguen sin poder resolver de dónde surge el concepto “canto popular”. Y vaya uno a saber por qué razón se empeñan en no admitir que la primera vez que se utilizó ese término fue a partir de la edición en 1969 del segundo disco de mi coterráneo y amigo José Carbajal, que llevó ese título. Hasta entonces sólo se tildaba esa corriente como “canción folklórica”, lo cual resulta un reverendo disparate porque el folklore carece de autor, no pertenece a nadie, y es una cultura anónima que se traspasa de generación en generación, abarcando no sólo el aspecto musical de nuestros predecesores sino también todo lo que de ellos heredamos en un sin fin de rubros. Correcto sería entonces hablar de “canciones de raíz folklórica”, teniendo en cuenta que las primeras tandas de cantores (no) populares surgidas en nuestro país musicalizaban sus textos con ritmos provenientes sobre todo del folklore argentino, brasileño, andino y uruguayo. Pero también en aquellos finales de los sesenta, por tratarse mayoritariamente de canciones con algún contenido social, ya había comenzado a manejarse en ese ambiente el rótulo de “canción protesta”, que agrupaba a intérpretes provenientes de diferentes tendencias de la izquierda uruguaya de entonces, lo cual colaboró con que además se le otorgara el nombre de “canción política”, como si en realidad alguna no lo fuera. Así, desde Osiris Rodríguez Castillos, Aníbal Sampayo, Anselmo Grau y otros contemporáneos, hasta las nuevas propuestas nacidas a comienzo y mitad de los sesenta con Daniel Viglietti, Alfredo Zitarrosa, Yamandú Palacios, Los Olimareños y el propio Sabalero, entre muchos otros, comenzó a crecer un movimiento musical diverso que alcanzó su pico de popularidad como respuesta a la dictadura en los años setenta, que además de sus propias pugnas internas por diferencias partidarias, aunque aparentemente unidos ante un enemigo común, debía también responder los embates de otros grupos “folklóricos” auspiciados por el poder militar, entre los que destacaban Los Nocheros con su buque insignia “Disculpe”, una zamba compuesta por mi también coterráneo rosarino Hugo Ferrari, que incluso animaba las festicholas en los cuarteles, como ellos mismos lo reconocen. Pero a excepción de un par de nombres de la segunda generación, el llamado canto popular jamás lo fue tal, porque mientras nuestros cantores actuaban en los bodegones montevideanos la mayoría del público oyente consumía toda la música distractiva enlatada que nos llegaba de Buenos Aires, y así un Palito Ortega siempre fue mucho más popular que un Zitarrosa para los poco exigentes oídos de los orientales. Quizás por eso a finales de los setenta surge un nuevo término para definir nuestro canto popular: el de la “canción con fundamento”, que en esencia tampoco quiere decir gran cosa. Pero de lo que sí no cabe duda es de que esta corriente se identificó por ser siempre contestataria, además de fuertemente enlazada a los partidos políticos de la entonces izquierda a los que cada intérprete adhería e incluso a los que no pertenecían a ningún partido, como José Carbajal o Carlos Molina por citar apenas un par de casos anarcoindependientes. A partir del golpe de estado de 1973 se exiliaron los que se tuvieron que exiliar, otros cayeron presos, algunos viejos referentes lograron rebuscárselas para quedarse y comenzó a nacer una tercera generación, la de Rumbo, Montresvideo, Los Que Iban Cantando, Eduardo Darnauchans, Larbanois-Carrero, Universo, Maciegas, Carlos Benavídes, Jorge Lazaroff, Fernando Cabrera y tantos más. Durante todo ese período la imaginación debió burlar las prohibiciones, por lo que fueron los años más creativos y con menores recursos, donde además hubo que lidiar con algunos oportunistas incapaces que se subieron al carro de la canción en un afán de figurar así como con otros que fueron luego identicados como infiltrados. En estas tres épocas de la canción testimonial el centro temático fue el latinoamericanismo, la problemática social y el paisaje como entorno de la gente que lo habita pero no sólo por el paisaje en sí, no solamente la flor y el tallo por la flor y el tallo, como citábamos en tapa. Entre 1984 y 1985 comenzaron a poder regresar los que debieron irse y empezó a poder cantarse sin necesarios lenguajes subliminales, todo lo cual dejó a la vista que el canto de la resistencia fue un fenómeno circunstancial y casi adolescente, aunque necesario, sin posibilidad de continuidad. Los cantores lograron agruparse en el sindicato ADEMPU en Montevideo y FEDEMPU en el interior, pero ambas experiencias abortaron a poco de nacer, boicoteadas por la egolatría de no pocos de sus integrantes y por los intereses de los mismos partidos políticos, que como ocurre con todos los sindicatos buscaban adueñarse de su paternidad. La imaginación creativa se hipotecó en el análisis erróneo de que nacía un nuevo tiempo en nuestro país, sin opresores ni oprimidos, y la canción reivindicativa quedó relegada a cantos esperanzados, aunque igualmente panfletarios, que daban por sentado que la batalla que seguimos perdiendo había sido ganada, hasta que un 1989 de pactos de impunidad nos demostró que la cosa no era tan así. Pero ya no se podía volver atrás en el análisis, o no se quiso, además de que los dueños de las discográficas, que siempre suelen ser mucho más hábiles que los artistas, descubrieron que esa veta de cantores nacidos en la dictadura debía ser explotada con fines netamente comerciales y muy pocos artistas lograron descubrir ese cangrejo debajo de la piedra, claro, y no les fue mal. Junto a ellos desde comienzos de los ochenta las murgas también se incorporaron al movimiento de la canción popular cada vez con mayor convocatoria y profesionalismo, lo que en la mayoría de los casos redundó en que la esencia murguista nacida más de medio siglo atrás quedara acogotada entre los fierros de la escenografía del Teatro de Verano, perdiendo cada año más su carácter cuestionador y ganando en temáticas superfluas o de adhesión acrítica a los gobiernos de los últimos diez años. Y mientras los sellos Ayuí y Perro Andaluz pierden plata en su interés de difundir los nuevos buenos músicos uruguayos que van naciendo el resto de las discográficas han pasado a convertirse en sucursales locales de empresas extranjeras. Así este movimiento político-cultural nacido doscientos años atrás con los cielitos libertarios de Bartolomé Hidalgo, que tomó cuerpo en el interior pero que “no existió” hasta que llegó a Montevideo, donde hasta hoy conviven las chamarritas del norte con los candombes del sur, fusionado en no pocas ocasiones con tercermundistas ritmos adaptados del rock británico, pese a sus innumerables procesos y cambios, o por ellos mismos, representa en buena medida nuestra más auténtica uruguayez y el cerno de nuestra identidad, aunque otras luces lo iluminen por efecto de la modernidad y la difusión, incluso fuera de fronteras. En medio de todo este panorama hoy pretendemos descubrir una identidad propia en los intérpretes locales de este llamado canto popular, que no sabemos si existe como tal, pero a la que se abocan no pocos cerrillenses que laburan de otra cosa, porque sólo con cantar no da. Es decir que esta revista, que desde la tapa pudo llegar a interpretarse como un “número de verano”, es posiblemente una de las que más trabajo y desafíos nos demanda en el afán de intentar lograr esta foto de todo lo que se desprende de nuestra cultura acaso hoy un poco más popular que cuarenta años atrás. Y valga para ello la debida aclaración de que por razones de espacio hoy sólo nos ocuparemos de intérpretes locales o linderos con Los Cerrillos que integran este movimiento, postergando para otros números los demás estilos cercanos o emparentados tradicionalmente.
Con Abel Soria, cantor y compositor de Los Cerrillos
LAS MIL MILLAS DE LA CREACIÓN
Nació tres kilómetros al sur de Los Cerrillos hace 77 años, a los 19 partió a San José y nunca más volvió. En los pagos maragatos se vinculó a poetas y cantores que le animaron a iniciar una carrera artística de más de medio siglo, que continúa hasta hoy. Como cantor, compositor, escritor, payador y humorista se ganó la vida trabajando de enfermero. Aunque con su arte haya logrado llegar a los estratos más populares y humildes de nuestro país no se puede considerar que Abel Soria integre o haya integrado el movimiento de canto popular, siendo acaso Carlos Cresci el único humorista que como tal formó parte de esa corriente con su personaje El Gaucho Solo. Una afección cardíaca le impide hoy cantar y tocar la guitarra pero igualmente se sigue presentando en diversos escenarios nacionales e internacionales como decidor. Fuera de su oficio, o por él mismo, sabe manejarse como un hábil declarante, en tanto sus respuestas no siempre responden necesariamente a lo que se le pregunta, y esa es otra habilidad a destacar. Los Cerrillos le sigue debiendo a Abel Soria el reconocimiento que se merece y que ojalá no se siga demorando.
—¿Qué recuerdos tiene de aquellos 19 años que vivió en el campo de Los Cerrillos?
—Eso es algo que no se olvida nunca, ni uno quiere, ni tampoco hace falta obligarse a recordarlo porque es algo que está implícito, está metido en todas y cada una de las células. La querencia tiene para nosotros los nostálgicos un significado muy especial; hay quien la ha definido como una prolongación o una sucursal del útero materno, y realmente es eso. A veces sin darnos cuenta estamos reacariciando o repasando nuestra propia historia, la de los vecinos, la convivencia con familiares o con linderos, y todo eso es la querencia, el cúmulo de costumbres y de convicciones que van a constituirse después en una especie de código o de señal o de brújula de comportamiento. Cada vez que decimos querencia el poema aparece solo, auanque generalmente nos ayudamos con acertadísimos poemas hechos por otros que han sentido lo mismo que nosotros. Nos ayudan a que la nostalgia tenga una forma de ser expresada. Y cuando hablamos de Cerrillos y de los lugares inmediatos a Los Cerrillos nos reencontramos con nosotros mismos, porque a lo mejor la autoeducación puede ser un modo de egoísmo, pero compartible y hasta festejable.
—Además querencia tiene la ventaja de que es de rima fácil.
—(Risas) Sí, a veces tenemos un problema con la rima, porque cuando decimos que la rima puede esclavizar a lo mejor estamos diciendo una verdad, pero si seguimos investigando nos damos cuenta de que en vez de una esclavización se convierte en una forma de liberación en la medida en que seamos capaces de dominarla, porque no todas las palabras tienen que ser utilizadas como una exposición del descubrimiento de las dificultades que tienen algunas rimas. A veces la rima más fácil, como por ejemplo la enumeración de los infinitivos, puede empobrecer la parte sonora de un poema, pero si renunciamos rotundamente a ella los que nos esclavizamos somos nosotros, no es que la rima nos esclavice, nosotros nos esclavizamos por evitar la rima demasiado fácil. Pero es cierto, querencia tiene una cantidad de consonantes o de asonantes que nos ayudan a definirla o a confesar nuestras sensaciones cada vez que es necesario hacerlo.
—¿Por qué se fue a San José a los 19 años?
—Uno nunca lo sabe muy bien. Yo sé que me vine a San José con el propósito de pasear, de estar unas horas acá y luego regresar a la querencia, así se lo dije a mis padres y a mis hermanas en la noche anterior a iniciar ese viaje, pero resultó que me quedé hasta ahora. Eso fue cuando tenía 19 años y tengo ahora 77, y resolví quedarme. Claro que volví a Cerrillos a decirles a mis padres que me quedaba. Me preguntaron el por qué, yo no estaba muy seguro del por qué, pero seguramente tuvo que ver una parte lírica porque me encontré con un grupo de poetas, no es que en Cerrillos no los hubiera, pero aquí el diálogo tuvo una gran fluidez y una gran posibilidad de intercambios continuados, y además se iniciaba en aquel entonces el liceo nocturno e inmediatamente integré también esas filas, lo que significó que cambiara de querencia para quedarme aquí, porque en Cerrillos no había liceo. Ahora sí lo hay y podemos hacer una gran cantidad de comentarios especialmente cuando se trata de Gerardo Molina, que junto con otros colegas ha trabajado tanto para ello.
—¿Siente que su obra hoy es reconocida en Los Cerrillos?
—Sí, sí, yo siento… No quiero sentirme como el protagonista o el elemento receptor de un homenaje, pero siento la respuesta de personas que por lo menos tienen una referencia, no me importa que sea profunda o superflua, pero cuando me mencionan tal o cual composición, y a veces partes de un texto, uno siente como que le están dando los buenos días a un hijo y con eso me basta.
—De todas sus facetas artísticas, cantor, compositor, humorista, payador, escritor, hasta conductor de radio, ¿cuál destaca como más importante en su vida?
—Mirá, yo empecé a criarme, a desarrollarme y a ir saciando mis curiosidades con la ayuda de la radio, que por aquel entonces un aparato de radio en campaña era un elemento bastante nuevo, bastante reciente, y la radio nos ayudó mucho a conocer personajes que aún siguen siendo para mí no sé si decir ídolos, más bien tutores, porque eso es lo que han constituido. Y por el lado del humorismo, que se hace a expensas de personajes representativos de lo que somos, no puedo dejar de mencionar a Evaristo Barrios ni dejar de reconocer que él ha sido un continuador de Estanislao del Campo y de otros autores que en ese ámbito y con esa intención hicieron obras magníficas. Incluso en nuestro medio Alcides de María, que precisamente lo escuchábamos a través de la radio en aquel entonces, nos decía cómo puede ser el comportamiento de un paisano puesto de golpe y zumbido fuera de su medio habitual, un canario de Cerrillos puesto en una ciudad como Montevideo o como Buenos Aires. El contraste que se presenta solo puede ser un motivo o una excusa para una cantidad de confesiones y hasta de críticas, que fue precisamente la técnica de Estanislao del Campo, de Evaristo Barrios, y que nosotros modestamente pretendemos continuarla.
—Conozco varios humoristas, pero en usted me aparece y destaco sobre todo la mirada social, porque usted es primero un tremendo observador para después traducir todo eso al humor, y quizás por eso mismo no hace humor chabacano. Parte de su observación de lo que es la sociedad para después escribirla.
—Por supuesto que hice chabacanerías, y a lo mejor las hago ahora también, pero trato de evitarlas porque junto con la intención y con la inspiración viene también el compromiso de autoanalizarse y de ayudarse con autores de todos los lugares del planeta. Hemos estado leyendo y comentando con Gerardo Molina precisamente algunos cuentos que han venido de Centroamérica y nos encontrábamos con uno de Botero, que es un cuento en el cual uno de los personajes dice una sola cosa en todo el desarrollo, y acaso dice lo más importante de todo el cuento, que es esto: uno es lo que ha visto. Y eso es aplicable a todas las circunstancias y a todos los medios.
—Siguiendo esa línea, ¿qué ve en el Uruguay de hoy?
—Bueno, tengo mis incertidumbres y tengo mis posibilidades de festejar y mis tentaciones de brindar por lo logrado, y naturalmente que estoy siempre confesando y diciéndome a mí mismo los deseos de que todo siga mejorando, de que nos entendamos, de que el diálogo y la tolerancia recíproca sean el punto de partida de todos y cada uno de los instantes de una población.
—¿Habría posibilidad de escribir sobre el humor del uruguayo actual?
—Yo creo que sí. Incluso me parece una buena invitación y hasta un buen desafío ver al uruguayo actual, considerarlo, ver a los jóvenes, cuáles son sus formas de comportamiento, cuáles son sus decepciones, que por ahí habría que empezar para tratar de ayudarlos, de comprenderlos, e incluso pedirles que ellos nos ayuden a nosotros en algunos momentos también.
—¿Por qué hace 20 años que no publica y 25 que no graba?
—Lo de la grabación cumplió un ciclo, porque creo que eso tiene, como todas las actividades…, no digo que tengan un límite rígido pero es imprescindible autorreconocer las limitaciones, y hay una época para grabar. Para escribir a lo mejor es un poco más largo el lapso. Pero en cuanto a la publicación hace pocos días ha salido un nuevo libro de Editorial Planeta que republica algunas cosas que ya se habían hecho, incorporando también las composiciones recientemente redondeadas, que en eso en ningún momento me distraigo ni me quedo porque es una forma de respirar. El día que yo no escribo me siento raro, pero salgo a la calle, miro, observo, las rimas se me instalan solas, la posibilidad métrica y estrófica también, y volver a casa significa el intento de convertir todo eso en una forma perdurable que puede ser la estrofa o puede ser el párrafo de un cuento.
—O sea que para usted escribir es una forma de catarsis o de liberación.
—Sí, sí, es un puente permanente que mientras las facultades me lo permitan voy a seguir teniéndolo en cuenta y ejerciéndolo y asumiéndolo.
—¿En qué consiste su actividad actual?
—A todos los lugares donde me llaman voy, pero sin la guitarra. Eso no me impide actuar o confesarme. Utilizo el escenario precisamente como una comunicación constante, que puede existir también desde la canción, desde el ritmo payadoresco, o no. No puedo cantar, no me animo, porque algunas veces que lo intenté prematuramente, después del alta médico, casi me arrepentí, porque empecé a sentir unas dolencias, unas molestias, a lo mejor más emparentadas con el remordimiento que con las anomalías físicas u orgánicas. Así que por razones de prudencia me quedo sin cantar y sin tocar la guitarra. Pero hablo, cuento la canción, cuento el por qué de tal o cual composición, y el público se siente como asistente a mis confesiones, me ayuda, me pregunta y me sugire, como lo estás haciendo ahora, y todo eso sigue siendo una forma de comunicación constante entre el público, que nos hace el enorme homenaje de rodearnos y tolerarnos, y nosotros con nuestros colegas que a nuestra vez tenemos que confesarnos también cuáles son los puntos a seguir cada día.
—Nómbreme dos canciones, la que más le gusta de su repertorio de decenas de discos y la que podría ser la más representativa del Uruguay de hoy.
—Eso va cambiando, porque las predilecciones por lo que uno mismo produce pueden cambiar de color, pueden cambiar de circunstancia, en virtud de que la idiosincrasia también es modificable y vulnerable a cuanta cosa ocurre en nuestro derredor. A lo mejor hace un tiempo yo prefería o mencionaba como canción predilecta de las mías “De San José a Veinticinco” por el lado anecdótico, que fue muy festejado, o la del Parque Rodó, pero posteriormente, sin renunciar a esa autopredilección, empecé a elegir otras. Lo que puedo contestar a eso, que es una pregunta que casi no tendría una respuesta categórica, es que tengo la esperanza de que mi mejor composición sea una que no he escrito todavía.
—¿Y la canción que tendría más actualidad en el Uruguay de hoy, para que la escuche por ejemplo un joven y se vea representado?
—Bueno, ahí algunas que tienen que ver con la querencia, la querencia es incambiable, sigue existiendo. Yo puedo decir que tengo dos querencias, o tengo más, pero cuando hablo de Cerrillos o cuando hablo de San José siento como que yo mismo estoy oscilando entre ambas posibilidades, no quiero llamarle extremos, entre ambas posibilidades de autoconsideración. Y cuando la canción habla de cómo es mi comportamiento o el comportamiento de quienes me rodean y la posibilidad de diálogo, tanto vale para Cerrillos como para San José. Y hay alguna, como por ejemplo una que se llama precisamente “De mis pagos”, que creo que me define y que podría ser una tarjeta de presentación.
—¿Un humorista también podría ser un enfermero de algunos males sociales?
—Sí, sí, sin duda. El humorismo es una palabra que hay que detenerse para definirla porque no es lo mismo que comicidad, y desde el punto de vista de un enfermero, de un poeta, de un músico, de un tropero o de quien sea, existe la posibilidad de cultivarlo, de comprenderlo, de defenderlo, y de hacer de semejante posibilidad una forma más de comunicación. Acá tenemos nosotros, en nuestra modesta biblioteca, un libro que es una selección de humoristas de todo el mundo, muy bien elegidos los trozos, me parece a mí, y muy bien comentados, y en el prólogo este libro nos advierte que el humorismo es, para así definirlo de una vez por todas, una sonrisa con los ojos humedecidos.
Con José Luis Fernández, integrante del dúo Los Orilleros
32 AÑOS DE TRAYECTORIA
Aunque habitualmente se presenten acompañados por otros músicos, por lo general en formato sexteto, el núcleo duro y fundacional de Los Orilleros está compuesto por José Luis “Pato” Fernández (de Los Cerrillos) en primera guitarra y segunda voz y Freddy “Corito” Rolando (de Aguas Corrientes) en primera voz y segunda guitarra. Actualmente completan el sexteto Nicolás Constantín en batería, Ricardo Aquino en acordeón, Bernardo Dogliotti en percusión y Oscar Pimienta en bajo. Desde su creación, el 17 de diciembre de 1982, han grabado siete discos: “Los Orilleros” (1985), “Desde la vida, hacia la vida” (1987), “Razón del canto orillero” (1992), “Para su gente” (1998), “20 años” (2004), “Desde el sur al corazón” (2008) y “25 años” (2008). En 1984 obtuvieron el segundo premio en el Festival Nacional de Folklore de Durazno, participando además en los festivales Del Olimar (Treinta y Tres), De la Patria Gaucha (Tacuarembó), Del Lago Andresito (Flores), De los Parques (Rocha), Forestal (Villa del Carmen), Del Mate (San José), De la Liga Federal (Carmelo) y De la Semana Criolla, además de otros varios rincones del país y de Argentina. Por contrataciones los interesados pueden dirigirse a su representante Sergio Rodríguez (celular 099610387) o contactándose al correo electrónico orillerosmusica@gmail.com. Cultivan principalmente ritmos provenientes de la región, dentro de los cánones musicales comunes a este tipo de formaciones, pero también asombran y logran un mayor destaque cuando versionan con arreglos propios algunas canciones de autores de otros estilos, donde su mayor logro radica en la interpretación, por ejemplo, del tema “Desapariciones” del panameño Rubén Blades. Aunque el público cerrillense los considera uno de sus grupos más importantes también hay quienes les critican su no colaboración en actos benéficos.
—¿Cuál fue el punto de arranque de Los Orilleros?
—El punto de arranque fue hace unos cuantos años, por 1982.
—En plena dictadura.
—En plena dictadura, sí. Arrancamos con un montón de condiciones, tratando de cantar lo que la gente quería que cantáramos. Participamos en el Festival de Durazno, donde tuvimos la suerte de lograr un premio, luego seguimos actuando en otros festivales, fuimos como invitados especiales al Festival de Durazno al año siguiente, y ahí comenzó la trayectoria. Grabamos el primer disco en 1984 y de ahí en más tenemos siete discos grabados, suficientes para mostrarle a la gente la trayectoria nuestra.
—¿En forma independiente o con algún sello discográfico?
—El primero con el sello La Batuta, el segundo con Sondor, el tercero con Ediciones Amanecer, y últimamente grabamos con un sello de Tacuarembó, con Montevideo Music Group, y después una edición nuestra.
—¿Qué ha cambiado de lo que decían en 1982 a lo que dicen en 2014?
—Han cambiado muchas cosas. Cuando recién comenzábamos… Hicimos todos temas nuestros en el primer disco, con la pluma de un muchacho de Aguas Corrientes, y ahí fue que empezamos a meter el estilo nuestro. Después ya empezamos a tomar canciones de solistas para hacer nuestras versiones como dúo, y siempre con temas nuestros.
—Argentina y Chile tienen mucha tradición en grupos y Uruguay tiene mucha tradición en dúos, donde muchos se parecen a otros. ¿Ustedes tienen alguna influencia directa de algunos de los dúos masivamente conocidos?
—Cuando comenzamos el dúo que sonaba era Los Olimareños. Cuando uno empieza a tocar la guitarra cantaba las canciones de Los Olimareños porque la gente quería escucharlos y no los podía escuchar, en comidas, en reuniones familiares, por supuesto que no en el escenario porque no te las dejaban cantar. Uno siempre tiene un norte musical, y en ese tiempo como dúo eran Los Olimareños.
—¿Cómo fueron recibidos en aquellos comienzos en un pueblo chico, conservador y semirrural como Los Cerrillos?
—Cuando empezás a cantar empezás a ser conocido en la zona, y si la gente ve que vas para adelante empieza a apoyarte. Nosotros en nuestro pueblo nos sentimos bien recibidos y bien apoyados. Hay mucha gente que nos sigue y que gusta de nuestras canciones.
—¿Cómo se manejan como compositores e intérpretes desde el punto de vista empresarial?
—Tenemos un representante, pero por lo general recibimos llamadas de la gente, de las entidades contratantes, que nos llaman directamente a nosotros. Pero nuestro representante para los festivales grandes es Sergio Rodríguez.
—¿Pero tienen algún código de ética para moverse?, ¿a tal lugar van, a tal lugar no van?
—No. Nosotros nos movemos donde nos pidan y nos quieran llevar. En ese sentido no tenemos problema de ir a ningún lado.
—¿Hoy por hoy en qué están?, ¿preparando algún nuevo disco?
—Estamos grabando algunas canciones, pero las tenemos ahí por algunos problemas familiares que nos están trancando un poco las grabaciones. Así que vamos a tratar de sacar lo más pronto posible el nuevo material, y mientras seguimos caminando sobre los escenarios.
Con Sergio Núñez, del grupo Sendas
RUMBO AL QUINTO DISCO
Hace veinte años, el 29 de setiembre de 1994, los solistas Sergio Núñez y Wilson González se pusieron de acuerdo para unir fuerzas y trayectoria y dar forma al dúo Sendas, que hoy se presenta como grupo, con Adrián Varela en teclados y Carlos Ferreira en batería y percusión. Comenzaron presentándose en el Festival de Durazno, tienen cuatro discos editados y en este momento van por el quinto. En su sonido puede reconocerse un estilo iniciado en nuestro país fundamentalmente por Maciegas, con una fuerte apoyatura de batería, aunque el primero en apostar a ese recurso en Uruguay fue Daniel Viglietti con su disco “Trópicos” y en Latinoamérica posiblemente Ángel Parra. Se definen fundamentalmente como intérpretes, ya que no cuentan con un gran caudal de canciones propias, aunque cada tema escogido es cuidadosamente adaptado a su estilo. Aquí el diálogo que mantuvimos con el comerciante Sergio Núñez.
—¿Qué empezaron haciendo hace veinte años, por qué se juntaron, quién les dio manija?
—A los dos nos gusta el canto popular de raíz folklórica y arrancamos solos en el Festival de Durazno. Después nos gustó la idea de meter algún músico más, se formó una banda, y siempre vamos a los festivales como banda, pero el origen es el dúo Sendas.
—Nombrame un punto que destaques en la trayectoria de Sendas.
—Los quince años, donde hicimos una grabación en vivo en el teatro Politeama. Siete días antes habíamos llenado la sala. También participamos en un festival que se hace a nivel universitario en Río Grande Do Sul, en el Festival Nacional del Arriero, en Paraguay, y hemos recorrido todos los festivales del país, menos Montevideo, hemos tocado muy poco en Montevideo, a excepción del Festival del Prado, donde vamos todos los años.
—Hay grupos que le cantan al amor, otros al paisaje, a la cuestión lugareña, grupos que protestan, ¿a qué le canta Sendas?
—Nosotros tenemos una mezcla de todo eso. Si bien cantamos canciones de protesta, a quien le toque el turno, también tenemos canciones de amor y canciones donde metemos algo de humor, como es el caso de algunos textos de Abel Soria que hemos musicalizado, pero también tenemos otras canciones que hacen pensar a la gente.
—¿Cómo ha reaccionado la población local respecto de la obra de ustedes?
—Muy bien, en la zona siempre nos apoyan, desde llenar un teatro Politeama en Canelones hasta estar en los beneficios. Nosotros de la gente tenemos todo el apoyo.
—Eso fue algo que me destacaron especialmente, el carácter solidario de Sendas.
—Sí, eso siempre. Por ejemplo el 21 de setiembre estuvimos en Canelones en un beneficio para un chico de 16 años que tiene problemas de motricidad y no tiene recursos. Nos convocaron junto a otro grupo y fuimos. Es una causa que te mueve el piso y creo que nadie se puede negar a apoyarla.
—¿Cómo es la relación entre los músicos de la zona?
—Es buena. Cada uno tiene su chacrita pero a grandes rasgos siempre la relación existe.
—¿Cómo definirían la parte arreglística? ¿Tienen algo novedoso que pueda llamar la atención a quien los escucha o se manejan dentro de las formas clásicas del estilo?
—Nosotros tenemos dúos que son referentes, como Larbanois-Carrero o Los Olimareños, pero no buscamos por ese lado. Sobre lo que preguntás por ejemplo hacemos “El ángel de la bicicleta” de León Gieco. No nos gusta hacer temas de otros dúos porque como el creador nunca los vamos a llegar a hacer.
—¿A qué están abocados en este momento?
—A ver si podemos terminar el quinto disco y ver cómo repercute en la gente. El propio público nos pregunta cuándo sale el disco, cuándo hay material nuevo, pero es costoso hacerlo y lleva su tiempo.
—En cada lugar hay ritmos propios, identitarios, que los caracterizan. ¿Existe alguna particularidad rítmica en Canelones que pueda llegar a distinguirse?
—Sí, Canelones tiene la ranchera, y también la polca se toca mucho acá.
—¿De dónde vendrá esa particularidad de la ranchera?
—Es música de los ranchos justamente, que se bailaba antes en los bailes de campaña, y acá en esta zona había muchos bailes en zonas rurales, de ahí quedó un poco, y para mí la ranchera es característica de esta zona.
Con Serpiente Pampa, de Las Piedras, Solymar y Cerrillos
CANTAR EN ARGENTINO
El trío Serpiente Pampa está compuesto por Franco Martello (de Solymar) en voz y guitarra, Martín Lanteán (de Las Piedras) en bombo legüero y coros y Anttonela Perdomo (de Los Cerrillos) en teclado. En un país como el nuestro, donde se cultiva el nacionalismo y muchas veces rechina el concepto de patria grande, escuchar canciones argentinas interpretadas por jóvenes uruguayos puede generar rechazo en algunos oídos fanatizados, pero por el contrario, a mí me resultó sumamente placentero escuchar a esta agrupación canaria que cuenta con tres canciones grabadas en un estudio profesional: la zamba de su autoría “Bramar del monte”, el gato “El milenario” del grupo Presagio y la chacarera de Ponti y Banegas, popularizada por Abel Pintos, “Para cantar he nacido”. A partir de bailar ritmos de la vecina orilla escogieron la misma vertiente para cantarlos, con muy ajustados arreglos instrumentales y coros “a la argentina”, donde por momentos parecen sonar más voces de las que realmente están cantando. Aquí el diálogo.
—¿Por qué el nombre?
—Serpiente Pampa es de la mitología de los mapuches.
—Gente perseguida en Chile y en Argentina.
—Sí, ahí va. Si te fijás en el símbolo la serpiente pampa es la serpiente de las dos cabezas, que no tiene fin ni comienzo, y para los mapuches significa la cultura y el arte, y además el infinito de toda la existencia, que tiene un comienzo y un final pero a su vez es lo mismo. Por eso, como es musa inspiradora del arte, le pusimos ese nombre.
—¿Musicalmente también tienen alguna referencia mapuche?
—No, no, no. Lo que sí hacemos en la mayor parte del repertorio es folklore argentino, chacareras, zambas…
—Del norte argentino.
—Del norte argentino, exacto, de Santiago del Estero, de toda esa zona.
—¿Por qué de acá no?
—Porque acá podíamos cantar en el rumbo del canto popular, y en ese ámbito ya hay muchos buenos cantores.
—Y otros que dejaron de serlo.
—Y otros que dejaron de serlo (risas). Pero además somos bailarines de folklore y siempre nos llamó la atención esos ritmos.
—¿En cuanto a letras qué temas manejan, qué les preocupa?
—La preocupación de todos. Casi siempre los temas de nosotros son de otros autores. Tenemos un tema nuestro que más bien trata del paisaje…
—Pero cuando cantan temas de otros también eligen.
—Sí, sí, obvio. La mayor parte de los temas son referidos a la sociedad, a los problemas del maltrato del medio ambiente, a la discriminación a los aborígenes, más otros temas que obviamente se basan en lo que es la tierra del autor. Más o menos por ahí anda el repertorio.
—O sea que temas paisajísticos también tienen.
—Sí, paisajísticos... y de reflexión, temas de reflexión.
—¿Los de reflexión son bien recibidos por acá?
—Sí, son escuchados.
—Quizás son más aplaudidos los otros, los paisajísticos.
—No, no, aunque te parezca mentira, no. Se los recibe de igual manera. La gente les presta atención, aunque no puedas creerlo de una les presta atención.
—¿Tienen algún material grabado?
—Sí, grabamos un demo de tres canciones en la productora de Néstor Techera.
—Hombre que perteneció a Falta y Resto.
—Exacto. El que canta el homenaje a los adolescentes. Y bueno, nosotros grabamos tres temas con él, entre ellos “Bramar del monte”, que es el que te citábamos recién, con letra del cantante, de Franco, y música de todo el grupo. Con ese tema ganamos acá el primer premio como canción inédita y como conjunto.
—¿En Los Cerrillos?
—Sí, en Los Cerrillos, en el concurso de Gerardo Molina. Y bueno, la proyección de nosotros es seguir intentando grabar, y a medida que transcurra el tiempo intentaremos poder lograrlo.
—¿La formación siempre fue de trío? ¿Cómo comenzaron?
—Sí. Comenzamos siendo un grupo de bailarines, nos encontramos bailando y nos propusimos armar el grupo de canto, que es lo que nosotros disfrutamos hacer. Tenemos a Martín en coros y bombo legüero, tenemos a Franco en guitarra y primera voz y a Anttonela en teclado.
—¿De lo que escuchan hoy por hoy qué les gusta, de cualquier estilo? ¿Qué música escuchan además de folklore?
—Reggae.
—El reggae está teniendo un fuerte crecimiento en todo Canelones.
—Sí, va creciendo.
—Hasta el director de la Juventud de la IMC, Rodrigo Roncio, está haciendo reggae también.
—También. Está abriendo caminos el reggae.
—O sea que sobre todo escuchan reggae.
—Sí, reggae y folklore.
—Así que el ideal sería Bob Marley cantando chacarera.
—Claro. ¿Por qué no?
—¿Qué planes tienen para el futuro inmediato?
—En octubre tocamos en los Fogones de Minas y para marzo ya estamos invitados a tocar en el Gerardo Molina, donde ganamos. A mediados de 2014 estuvimos en Paraguay y en 2013 tocamos en grandes expoferias y teatros de Brasil, compartiendo escenario con artistas de Argentina, Brasil, Chile y Paraguay.
—¿Haciendo música de origen argentino todavía no han ido a Argentina? —Hemos ido a bailar pero no a cantar. La ambición es ir, porque qué mejores jurados que ellos mismos.
Con César Cabrera, cantor y compositor de Quinta de Illa
QUE EL LETRISTA NO SE OLVIDE
Tiene 35 años y el canto le surge natural y espontáneo a través de un importante caudal vocal y un buen manejo de la guitarra. Reivindica el concepto de patria grande en lo que a cultura respecta y le molestan los cantores acomodaticios que hoy no cantan contra las injusticias del sistema como sí lo hacían cuando aún no gobernaba el partido político que votaron. Al igual que Serpiente Pampa interpreta sobre todo canciones de origen rítmico argentino, aunque de autoría propia. Integró varios grupos, entre ellos Maciegas y Todamérica, y hoy comparte su tiempo musical con la banda de reggae Razativa. Nos pareció un buen cierre para este número ya que sintetiza y nombra una vertiente de músicos cerrillenses que por razones de espacio no podemos incluir en esta crónica. Esta es la entrevista que realizamos con César Cabrera.
—¿Cómo y cuándo empezaste en el canto?
—Ya hace unos veinte años. A los seis años tuve la oportunidad de irme para Buenos Aires y ahí comencé con la guitarra, si bien no estaba en el rubro de lo que es la música popular latinoamericana.
—¿Qué hacías?
—Empecé estudiando guitarra clásica, pero a los 15 años, cuando volví al pago, nuestra música me atrapó y arranqué con el tema del canto. Me inicié como solista y después participé en varios grupos. Grabé mi primer disco “Como yo te canto” en 2005, estuve en varios festivales, después integré el grupo Maciegas con la formación original...
—Que ahora se partió en dos grupos.
—Sí, el grupo Maciegas hoy se llama Todamérica, donde quedó la mayoría de los Maciegas. También integré Todamérica durante un tiempo y en 2011 tomé la decisión de retomar el camino solista.
—Así que la música uruguaya la conociste en Argentina.
—Sí, en mi casa se escuchaba folklore de acá y de allá. Mi padrastro es de Santiago del Estero, también guitarrero -igual que mi abuelo- y con él aprendí a tocar la chacarera y algunos otros piques, si bien en un principio no me llamaba mucho la atención.
—¿Qué música escuchabas entonces?
—Me gustaba el rocanrol. A los once años me mataron Los Beatles y de ahí empecé a escuchar rock del setenta, Led Zeppelin, Deep Purple, AC/DC.
—Rock sinfónico casi.
—Tirando a pesadito, que todavía me sigue gustando. Incluso con unos amigos también tenemos desde hace un año la banda de reggae Razativa.
—¿Tus letras en raíz folklórica y en reggae hablan de lo mismo?
—Parecido, siempre buscando los sentimientos más profundos del ser, el amor, temas sociales...
—¿Cómo llegaste al disco?
—El primer disco lo grabé en forma independiente en el sello Orión, gracias a que gané un certamen que organizaba la Asociación Rural del Uruguay.
—¿Qué repercusión tuvo?
—Bastante buena. Tuve la oportunidad de recorrer los festivales de Durazno, Andresito, Patria Gaucha…
—Lo que te escuché hacer hoy fueron ritmos fundamentalmente argentinos, chacareras, alguna zamba.
—Sí en cierta forma, porque las chacareras que yo hago son mías en letra y música. Entonces como dijo Alfredo Zitarrosa cuando le preguntaron en Argentina “¿por qué usted canta zambas, que son argentinas?”, él respondió “no, las zambas que yo canto son mías”. No creo en la separación, creo en la patria grande en lo que tiene que ver con lo musical. Y en 2009 editamos con Gerardo Molina el disco “Del campo vengo” donde participaron Los Orilleros, el grupo Sendas y Luis Esquibel.
—¿Cómo ves el panorama musical en Los Cerrillos? ¿Qué hay hoy?
—El panorama musical en Los Cerrillos es muy bueno y va a seguir siéndolo, porque es un pueblo que ha dado y sigue dando buenos cantores. En sus comienzos Germán Obiague, que hoy no está, los muchachos de Serpiente Pampa, gente muy joven, el dúo Misterios de Las Brujas, ganador del primer premio en el Festival de Durazno 2012, Nicolás Sappa, Los Orilleros, que tienen repercusión en todo el país, Takuare’e, el grupo Sendas, Gustavo Capotte, La Cerrillera, hay cantores que hoy no están como Carlos Van Velthoven, que está viviendo en Tacuarembó, y tantos más. Es un pago muy musical este, que tiene cinco mil habitantes y hay cantores para tirar para arriba. Lo que yo veo es que se terminaron las viejas tertulias de boliche que había en la época en que yo empecé, donde había música en todos los boliches siempre, si íbamos a tomar una te pedían que trajeras la viola o los mismos boliches tenían una guitarra, y como que eso se cortó. Se profesionalizó la música, que está bien, pero esas tertulias tienen que seguir estando, porque son el contacto cara a cara con la gente, cantando ahí mano a mano, sin más interés que pasarlo bien, que compartir, que dejar lo tuyo para que el otro lo sienta.
—Pero seguramente gusta más la canción de raíz folklórica que otros estilos.
—Ah, sí, acá el folklore. Acá no vengas a jugar con otra porque no jugás.
—Folklore y cumbia. ¿El rock no cabe?
—En la juventud sí. A la juventud le gusta mucho el rocanrol. Hubo un par de bandas acá de rock.
—Hay todavía.
—Hay todavía, sí.
—¿Sobre qué estás escribiendo hoy?
—Fui padre hace poquito, así que tengo una canción nueva que le escribí para mi hija, por ejemplo. Estoy escribiendo también sobre... Tengo otra canción nueva, que me falta estrenar, que dice “tanto tiempo te escuché cantar, gritar, tanto tiempo combatir y reclamar, quedan tantos por ahí que no alcanzaron a ver ese cambio de vivir con dignidad”, y habla un poquito de cantores que cantaron muchas cosas mucho tiempo y están faltando, eso está faltando.
—Capaz que el hecho de que el Frente Amplio esté en el gobierno ha influido en eso.
—A mí me parece que sí, qué querés que te diga, a mí me parece que sí. Está faltando no el protestar por protestar, está faltando el decir: yo antes cantaba una cosa y ahora canto otra, ¿cómo es?
Con Luis Esquibel
TAKUARE’E
Bajo la dirección del acordeonista Denis Raykoff y Luis Esquibel, desde 2003 el grupo Takuare’e recorre los más diversos escenarios de Uruguay y del exterior. Aquí un breve fragmento con Esquibel.
—Takuare’e quiere decir caña dulce. ¿Por qué ese nombre?
—En reconocimiento al Festival del Takuare’e, en Paraguay, donde nos invitaron en 2003, y cada año se hace la fiesta de los cañeros de azúcar. Y en el grupo contamos, entre muchos otros, con la participación de Denis Raykoff de Los Cerrillos. Y entre otras cosas a cuatro años de constituirnos ganamos el Charrúa de Oro en el Festival de Durazno.
—¿En qué se mueve hoy la música canaria?
—En estos once años hemos visto muchos cambios. Nosotros a Durazno fuimos con una propuesta festivalera, para entregar buena música pero también divertir a la gente, y después varios grupos fueron agarrando para ese lado. Hay buenos músicos.
—Porque el llamado canto popular uruguayo venía como muy serio y protestador.
—Exactamente. ¿Pero a quién le vamos a protestar ahora?
—¿Te parece que no hay razones para protestar?
—Siempre va a haber porque esa es la idiosincracia del uruguayo, pero somos buenos observadores y hemos visto grandes cambios, sobre todo un gran crecimiento en la parte cultural, que es donde nos movemos.
—¿Cómo es la relación con Los Cerrillos?
—Cerrillos para nosotros es muy especial, en primer lugar porque Denis Raykoff vivió muchísimos años acá, y en segundo lugar porque tenemos muchísimos amigos que realizan todos los años el Festival del Salchichón, entonces todos los años venimos a ese festival que se hace desde hace más de cuarenta años.
El horizonte siempre queda a la misma distancia
CUMPLIMOS EL PRIMER AÑO SIN TRANSAR
Doce meses atrás alguien nos preguntaba: ¿de qué vas a hablar en Los Cerrillos, si acá no pasa nunca nada? Posiblemente esa haya sido la premisa que fundamenta el hecho de que Los Cerrillos jamás antes hubiera contado con un medio de prensa propio e independiente de todos los poderes. Y así era lógico que se pensara que nada sucedía en este pueblo, no porque ello fuera cierto sino porque nadie lo contaba. Y esa inercia por silenciar lo que se presumía como no ocurrido propiciaba que todo siguiera sucediendo con la impunidad de quien se sabe no visto ni oído por nadie y con la complicidad ingenua de todo aquel que reconocía los hechos pero pensaba “para qué meterme, si total yo no voy a solucionar nada”.
Los imprevistos de la vida -que siempre los hay- me hicieron llegar a Los Cerrillos hace casi dos años, pero a lo largo de todo 2013 nadie se dio por enterado porque debía cumplir con un trabajo que me encargaron de la Universidad del País Vasco y pasé catorce horas diarias encerrado todo ese tiempo para poder cumplir con esa tarea que hoy en España tiene forma de libro, un estudio sociológico que realizamos junto a dieciocho sociólogos, psicólogos y especialistas del comportamiento humano españoles y franceses, referido a los diversos rangos de víctimas del estado español. Después de ese trabajo me planteé dos objetivos vitales: poder trabajar en Los Cerrillos con mi oficio de treintatrés años e integrarme de alguna manera a la comunidad, pero no como miembro de algún club de fútbol ni integrante de tal o cual aparcería, porque de eso no conozco nada y posiblemente tampoco me interese conocer. Pero quería incidir en muchas circunstancias que veía porque notaba que era necesario y las fuerzas de los poquitos que también querían cambiar esas realidades no alcanzaban. Esta revista nació hace diez años en Colonia y continuó luego en Montevideo, Río Negro, Maldonado y la Costa de Oro. Junto con mi programa radial era una posible salida laboral, y como tal lo viene siendo. Contaba con todos los permisos del MEC y logré ponerla en práctica. Pero más allá de lo que la mayoría de los periodistas ególatras y personalistas consideran el periodismo no vale nada si sólo le sirve a quien lo practica y olvida que puertas afuera de las letras existe mucha gente sin voz que no puede o no tiene cómo expresarse. Por eso decidí además comprometerme socialmente en todo aquello que pudiera interferir entre los hechos y el bienestar de los pobladores. Y en este primer año algo bastante de ese objetivo se ha logrado, aunque el horizonte siempre quede a la misma distancia, y por eso es necesario continuar. Cuando ningún otro medio se atrevía a publicar la ilegalidad de un galpón de soja en el centro del poblado nos llamaron, lo denunciamos y a los dos meses ese foco infeccioso fue clausurado, y lo mismo con el peligroso basural generado por la intocable protectora de animales. Así también nos involucramos, como juez y parte, en la difícil tarea de erradicar el predio hotelero de ganado, de un propietario al que no pocos coterráneos consideraban desde invencible hasta peligroso, y ese predio al día de hoy se encuentra suspendido. Y lo mismo estamos procurando hacer por mejorar la asistencia en la policlínica local para los más pobres, entre los que nos incluimos. Pero aún quedan muchas cosas por hacer y necesitamos de la confluencia de todos para poder lograrlas. Por eso celebramos este primer año, pero sólo porque quedan muchos años más para incidir.
Los dueños del campo manifestaron que igual lo ingresarán
GANADO BLOQUEADO
En audiencia con el juez de Paz la encargada del campo hotelero Laura Bentancor afirmó no tener conocimiento de la prohibición de ingreso de ganado, ante lo cual aseguró que cuando llegue una nueva solicitud de exportación lo ingresará al predio, lo cual está terminantemente prohibido por la DINAMA y el MGAP. Por tanto pedimos a cualquier vecino que apenas vea un camión entrando ganado avise a cualquiera de los siguientes teléfonos para proceder a denunciarlos ante las autoridades correspondientes para hacer cumplir la ley que ellos pretenden violar: 43362731, 099488325, 093999846 o 095545219.
Policlínica: ante la falta de respuesta de Capelli y Pose
SE ENVIÓ CARTA A ASSE Y AL MSP
Este es un resumen de la nota enviada el pasado 19 de diciembre a la ministra de Salud Pública, María Muñoz, y a la presidenta de ASSE, Beatriz Silva, la cual hasta el momento no ha sido respondida.
“La sección judicial que abarca Los Cerrillos comprende unos 8600 habitantes, de los cuales la cuarta parte se atiende en Salud Pública. La gran mayoría es gente muy humilde y muchos de ellos ni siquiera conocen los derechos que les asisten, entre ellos el derecho básico a una asistencia en salud digna e integral. Ellos son los sin voz de nuestra localidad, y por ellos también hablamos. Desde hace cuatro años y medio venimos luchando por lograr la puerta única para nuestra policlínica o buscando alguna forma alternativa para alcanzar esa asistencia que reclamamos por correspondernos. Desde hace cuatro años y medio venimos asistiendo a evasivas o a promesas incumplidas de parte de las autoridades departamentales que, dicho sea de paso, no se atienden en Salud Pública. Por eso en el último Cabildo Abierto resolvimos elevar a ustedes esta carta, que además será publicada en todos los medios de prensa a que tengamos acceso. El Dr. Pose procuró negociar con COMECA la puerta única, hasta que el 20 de diciembre de 2013 se cerró ese diálogo porque dicha institución le informó que la cobertura integral, como puerta única, de la policlínica le costaría al estado 180 mil pesos mensuales. Por eso preguntamos, ¿cuánto cuesta para el estado la vida de un pobre?, ¿cuánto la de las más de 2000 personas que se atienden en esta policlínica?, ¿acaso menos de lo que otros organismos del mismo estado invierten en auspiciar equipos de fútbol, agrupaciones de carnaval y espectáculos de toda índole? Porque aunque no sea éste el caso del Ministerio de Salud Pública el estado es uno solo y deberían considerarse estas reales prioridades a la hora de asignar los rubros. El Dr. Carlos Pose nos expresó que inmediatamente se dispondría a intentar negociar con otras instituciones de salud, pero durante los siguientes once meses de aquella negativa aún no lo ha comenzado a hacer con ninguna. Por su parte cuando el Dr. Daniel Capelli concurrió a la segunda sesión del Cabildo Abierto nos expresó que debíamos conformar una comisión para negociar nosotros mismos con las distintas sociedades médicas privadas. Pero olvidó, o quiso olvidar, el Dr. Capelli que aún como comisión no tendríamos la mínima potestad para negociar con nadie, ya que no contamos ni con las atribuciones ni con los medios económicos ni con el aval oficial para ello. Quisiéramos interpretar que tanto Pose como Capelli actúan de buena fe y a favor del usuario, pero mucho nos cuesta asumir esa interpretación. Como habitantes de un país en pleno estado de derecho solicitamos entiendan y respondan a nuestra inquietud, que día a día se bate entre la posibilidad de vida o muerte por carecer de los ingresos suficientes como para poder atendernos en una institución privada”.
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