UN VIAJE DE IDA CON PASAPORTE OFICIAL
Los nuevos modelos productivos implementados en Uruguay desde el año 1998, permitidos o fomentados por los distintos gobiernos, son las nuevas armas de destrucción masiva que enfrenta la población, a partir fundamentalmente de las plantaciones de productos transgénicos y de las fumigaciones que los hacen resistentes. Y esto no es un cuento antioficialista. Si así lo fuera el gobierno uruguayo debería responder por qué razón durante 2013 permitió la importación de 35 millones de litros de herbicidas, de 14 millones de litros de insecticidas, de 8 millones de litros de fungicidas y de 4 millones de otros venenos para ser esparcidos en nuestros suelos, aires, aguas y poblaciones humanas, contaminando directamente a los habitantes cercanos a los cultivos e indirectamente a todos quienes nos alimentamos con los productos fumigados o consumimos agua contaminada con residuos tóxicos. Esta información no parte de ningún organismo opositor sino de la propia Dirección General de Servicios Agrícolas, dependiente del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. En la zafra 2000/01 el cultivo de soja cubría 12 mil hectáreas, en diez años llegó a alcanzar una intención de siembra de más de un millón de hectáreas, según datos de REDES Uruguay, y actualmente la casi totalidad del área cultivada lo es con soja transgénica, beneficiando fundamentalmente a las empresas trasnacionales Bayer y Monsanto. A raíz de ésto, entre los años 2000 y 2007 unos 600 productores familiares abandonaron la producción agrícola y las nuevas empresas pasaron a controlar el 54% de la superficie, por lo que entre 2002 y 2010 el precio de la hectárea se multiplicó por siete: la tierra oriental fue extranjerizada. Los venenos más comunes para tratar la soja transgénica y envenenar a los pobladores son el glifosato, la atrazina y el endosulfán. Para ello la importación de glifosato, por ejemplo, pasó de 1,5 millones de litros en 2000 a 12,3 millones en 2010, y la de endosulfán de 5.300 litros a 270.000. Según un equipo especial de médicos de la Universidad de Córdoba el aumento de las fumigaciones con plaguicidas ha provocado el incremento de casos de cáncer, abortos, malformaciones fetales y afecciones respiratorias, entre otros efectos. Por su parte, representantes de la DINAMA y de la Universidad de la República revelaron que los efectos tóxicos crónicos que habían sido publicados por el gobierno uruguayo fueron borrados de la página del MGAP, todo lo cual lleva a concluir que el sello Uruguay Natural es una mera fachada que sólo se utiliza para venderlo al extranjero y captar a la población uruguaya que carece de este tipo de información. Yendo a la otra punta del mapa, un estudio de la Universidad de California considera que las mujeres embarazadas que viven cerca de predios donde se aplican agrotóxicos tienen un sesenta por ciento de riesgo de tener hijos con autismo o retraso en el desarrollo. En todo el Uruguay se fumiga con agrotóxicos, no sólo en Paso Picón, por supuesto, lo cual nos lleva a asegurar que todos nuestros compatriotas expuestos a las fumigaciones acabarán, a corto o mediano plazo, pagando los platos rotos del poder económico que marca la agenda de los gobiernos de cualquier partido.
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