Con el profesor Miguel Pérez Estévez
LOS CERRILLOS, CIUDAD-PUEBLO
Profesor, escritor, historiador, corresponsal del diario Hoy Canelones y de radio Cristal de Las Piedras, miembro de la Asociación Histórica de Los Cerrillos y de otras instituciones, Miguel Pérez nos ubica en una ciudad-pueblo, como él lo llama, de gente solidaria pero recelosa, que no ofrece su confianza o apoyo a nadie si antes no lo estudia minuciosamente. Ese parece ser el único poder dominante en la villa, que -afirma- no posee una logia masónica activa, aunque no podemos descartar su existencia no pública, como tampoco agrupaciones rotarias ni leonísticas, pero sí reconoce el accionar de “personas influyentes”, sin más datos al respecto, ni de su identidad ni de su alcance. Nos habla también de un aspecto cortoplacista de esa identidad, donde los habitantes se nuclean para actividades puntuales pero que no demanden un largo aliento, motivo por el cual esas instituciones, como las comisiones de fomento, se ven acotadas a muy pocas personas de edad bastante avanzada o sencillamente desaparecen por falta de respaldo. Una población que expresa su repentismo al son de un estilo musical que no demande mayor esfuerzo.
—¿Qué características del cerrillense destacaría como más notorias?
—Los habitantes de estas tierras son hombres y mujeres descendientes en su mayor parte de canarios de las Islas Canarias. Es un tipo abierto, hospitalario, sencillo. Tal vez una comunidad chica tenga esos recelos, esas situaciones que se dan de forma personal, pero ese acuerdo de vecinos que trajo la fundación de pueblo, esa inquietud que nació en 1896 y que se concretó andando el tiempo, ha quedado. Y hacia 1875 entra la gran inmigración italiana. Hay alemanes pero son minoría. Belgas hay también acá, y vascofranceses desde luego. Antes de la fundación de pueblo había seis escuelas rurales funcionando acá. Eso habla muy bien de los vecinos. Eran 3000 aproximadamente en lo que es la tercera sección. La escuela más antigua de la sección, que es de las primeras del departamento, es la escuela número 7 de Paso del Bote que está a siete kilómetros de acá, en Los Cerrillos al oeste. Después surgieron otras, todas escuelas con más asistencia de niñas que de varones.
—Porque los gurises tenían que trabajar en el campo.
—Porque los gurises tenían que trabajar en el campo.
—Seguro. Después la escuela 123 de tiempo completo se fundó el 31 de agosto de 1884, antes de la fundación del pueblo.
—Un historiador como usted de repente se encuentra con un historiador húngaro que le pregunta cómo es su pueblo. ¿Usted qué le diría?
—Nosotros tenemos un paisaje realmente pintoresco y una población amable, acogedora. Pasa en todos los pueblos, aunque tenga cantidad de defectos el pueblo usted ataca… Yo voy a San Antonio y hablo mal de San Antonio, sabe cómo me saca la gente de San Antonio a mí, y tiene razón, me echa porque yo estoy atacando a San Antonio. Acá pasa eso también.
—Hay un orgullo.
—Hay un orgullo.
—Sí, hay una identidad en el sentido de que somos cerrillenses, tenemos determinadas costumbres, personajes. Acá había serenatas, siguió habiendo serenatas por largo tiempo, uno de los fundadores del pueblo, Juan Lucián, fue el primer serenatero en 1896.
—¿Hasta cuándo?
—¿Hasta cuándo?
—Las serenatas las retomó otra gente después, hasta el año 1992 más o menos. —¿Dónde cantaban, en qué circunstancias?
—Salían a cantar en Navidad, en Año Nuevo. Pero otra característica para llamar la atención por ejemplo ante la necesidad de obras municipales o del gobierno nacional era la de inventar fiestas. Se festejó el cincuentenario en 1946, pero después se inventó una fiesta de los setenta años porque si armaban un programa de festejos los ediles, el concejo departamental o el intendente se iban a interesar y entonces iban a hacer obras, nos iban a arreglar las calles, a poner más luz, y así pasó.
—Así que ante una necesidad armaban una fiesta.
—Se armaba una fiesta. Después se festejaron los 75 años, los 90 años… porque teníamos que inventar esos festejos para que hicieran algo, porque han hecho muy poca cosa acá. Andábamos mal de transporte en ese momento, y se mejoró el transporte gracias a que se inventó la fiesta de los 90 años, y vino a sesionar por primera vez en la historia la Junta Departamental de Canelones. ¿Usted cree que si no hubiese sido por esa fiesta habría venido?
—¿No se puede inventar alguna fiesta ahora que están mal las calles y que la policlínica atiende a tiempo parcial?
—Sí, sí, hay sensibilidad y se han formado comisiones. Acá hay una comisión de usuarios de salud pública y privada por el tema de la puerta única. La plaza de deportes, que es de 1959, antes era lamentable, los muros y los portones saludaban a la ruta, se inclinaban, hacían una reverencia, todo abandonado, despintado. Al final hubo una intervención, fue sensible el Ministerio de Deporte y Turismo y se puso el tejido perimetral.
—¿Por qué se vino abajo?
—Se vino abajo porque no tenía comisión de apoyo. Porque otra de las características de la gente de acá, que en este caso sería negativa, es que un poquito se deja estar. Acá la gente toma un empuje grande, saca adelante un proyecto y después lo deja funcionando solo. Por ejemplo, instituciones de servicio hubo dos, los leones y los rotarios, que hicieron su obra también, pero desaparecieron las dos, los hijos de esa gente no siguieron. Y la gente de Rotaract, que era la rama juvenil del Rotary, era activa, trabajaba, hacía el famoso baile de la nostalgia durante varios años, y con el dinero que sacaban compraban y donaban juegos para las escuelas rurales o aparatos de audio para la escuela urbana o el jardín, lo que fuere.
—¿Cuántos años hace que no hay rotarios ni leones?
—¿Cuántos años hace que no hay rotarios ni leones?
—Desde 1999 más o menos.
—Así que no están esas instituciones públicas, pero ¿hay grupos de poder oculto en Los Cerrillos?
—Yo no diría grupos ocultos, hay personas influyentes.
—¿Masonería tampoco?
—No, no. Los vecinos que quieren sacar adelante un proyecto, si el proyecto es bueno y favorable para la gente lo pueden sacar. Pero masones, eso acá no.
—Porque me han dicho que existe algún grupo intocable que se maneja en las sombras.
—No, yo no lo veo así. Lo que sí la gente siempre estudia antes cómo funciona la persona.
—¿Quién la estudia?
—¿Quién la estudia?
—La gente común del pueblo.
—¿Con qué fin?
—Cómo funciona para apoyarlo. Le voy a poner un ejemplo. Yo integro la comisión de apoyo a MEVIR. En el año 2006 aparece MEVIR. El primer plan de viviendas rurales se inauguró en el pueblo paradojalmente, entonces se convocaba a los vecinos, y el arquitecto me dice que a ellos les llamaba la atención que había gente que se presentaba y les decía que no se habían enterado del llamado, cuando estaban promoviendo los llamados con mucha anticipación. Y yo le expliqué que lo que pasaba es que acá los han engañado tantas veces que no creen. Entonces cuando ven que el vecino de ellos se está haciendo la casa y tiene la misma condición que él le preguntan cómo hizo y recién después terminan haciendo lo mismo que él. Estaban observando cómo estaba funcionando ese plan y después se integran al plan, lo estaban estudiando. Es como lo que se llama resabiado. Entonces cuando se da cuenta apoya.
—¿Así es para todo?
—En muchas cosas.
—¿También ocurre eso con las comisiones de apoyo?
—Sí, a lo largo del tiempo se han formado comisiones de fomento que trabajan muy activas, con mucho vigor, pero después se quedan, porque cumplen un objetivo y listo. En este momento si usted me pregunta si hay comisiones de fomento acá, no. Debería haber. Comisiones de las instituciones sí. ¿Por qué razón no hay una coordinadora de instituciones locales, que podría tener un delegado de la Criolla, del Club San Miguel, del Club Atlético Cerrillos, del baby fútbol, del liceo, de la comisión de fomento de la escuela?
—¿Cuál es el promedio de edad de esa gente?
—¿Cuál es el promedio de edad de esa gente?
—Son gente de 50 años aproximadamente, 45 a 50 años.
—El hecho de que el cerríllense sea resabiado, como usted dice, ¿es una característica heredada o adquirida?
—Más bien es adquirida, porque el paso de la experiencia les va indicando eso.
—¿No le parece erróneo que Los Cerrillos esté nominado como ciudad cuando su número de población está bastante lejana a esa nominación?
—Por eso yo inventé el término ciudad pueblo, que me lo reprocharon en el comité de festejos también, pero es las dos cosas. Es ciudad porque la ley dice que es ciudad, porque en 1971 cumplía 75 años. Pero como población no se podía tomar para ser ciudad, con algo más de mil habitantes, y es pueblo porque tiene las costumbres propias de un pueblo.
—¿Cambió algo en la gente cuando se lo nombró ciudad?
—¿Cambió algo en la gente cuando se lo nombró ciudad?
—No, ni orgullo ninguno, orgullo de ser cerríllense sí. El cerríllense reconoce que tenemos que hacer méritos para llegar a ciudad. Ese es un rasgo de humildad que hay.
—¿La juventud sigue respondiendo a todas estas tradiciones o quiere otra cosa?
—Acá los jóvenes… Por ejemplo acá han traído grupos de rock y tienen su público, pero usted trae cumbia por ejemplo y la cumbia pega mucho más, y el folklore de Los Orilleros por ejemplo, y usted trae un Pepe Guerra a la Criolla y se llena. Es decir que el rock es como que rebota.
—Están sobre todo para la cumbia y la raíz folklórica.
—La raíz folklórica está, evidentemente existe eso.
—¿Y lo desconocido? ¿Por ejemplo si viene un excelente músico pero que nadie conoce, la gente va?
—No, no, lo estudia, si está sonando por ahí… Por ejemplo hicieron un espectáculo con Mandrake Wolf en el Forest Bar, ahora si usted lo lleva a la Criolla no sé hasta qué punto..., no es conocido, no es que sea malo el artista, es que no tiene el peso que tiene el folklore acá.
—¿Eso quiere decir que hay una especie de divorcio entre campo y ciudad o entre adultos y jóvenes?
—¿Eso quiere decir que hay una especie de divorcio entre campo y ciudad o entre adultos y jóvenes?
—Yo no diría divorcio. Los jóvenes siguen su vida con costumbres que han adquirido de los tiempos modernos, por ejemplo eso de las uniones que hacen.
—¿Las tribus urbanas?
—No, no, que se van a vivir juntos y ver cómo funciona la cosa, y los padres lo admiten. —Las uniones de pareja. ¿Se las ve mal todavía?
—Ahora ya no, se las acepta. Pero hasta hace unos años eso no se daba, no existía, y hoy aparece como algo natural.
—¿Qué influencia tiene la iglesia en la población?
—Tiene influencia. Por ejemplo el gimnasio del Club San Miguel..., es como un club parroquial el San Miguel, aunque con el ingreso abierto para cualquiera. Pero en cambio hay cantidad de gente que bautiza a los hijos y sin embargo no practican. Será una tradición, una costumbre, pero lo hacen.
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