Con el investigador en arqueología, Álvaro Pocecco
CIEN SIGLOS DE GENTE
Álvaro es multifacético y multioficio, por lo cual puede observar a Los Cerrillos desde distintas ópticas. Como autodidacta, idóneo en arqueología, ha trabajado en unos 300 kilómetros cuadrados de nuestro territorio rastreando señales físicas de nuestro pasado. Fruto de esas investigaciones atesora unas diez mil piezas indígenas de los primeros pobladores (período prehistórico, 2700 años atrás) de esta tercera sección habitada desde hace más de 10000 años (período paleoindio), donde los primeros habitantes de raza blanca comenzaron a instalarse en el siglo XVIII. En este diálogo Pocecco destaca como centros de reunión privilegiados los boliches que fueron desapareciendo, perdiéndose ese intercambio que años atrás era habitual y beneficioso para la villa y que hoy en cierto modo se mantiene apenas en la feria de los domingos. Observa que la población de Los Cerrillos está detenida en el tiempo, aunque considera positivo que así sea, a la vez que reconoce una pérdida de solidaridad en el relacionamiento diario y una natural resistencia a los cambios. El pasado histórico puede ser un hecho relevante pero no necesariamente determinante de una identidad, porque el paso del tiempo indefectiblemente va borrando o misturando esos datos de los ancestros en nuevas formas de interacción, y porque, como cuenta la canción, “si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia”, donde esa historia oficial posiblemente oculte los datos más valiosos de la historia real que nos habita y signa como habitantes de estos nuevos y dinámicos tiempos, que no son los mismos que nos contaron que ayer fueron.
—¿A qué época se remonta la existencia de los primeros pobladores de Los Cerrillos?
—La zona de Cerrillos tiene una prehistoria comprobada de 2700 años. Estamos hablando de un período prehispánico y de grupos indígenas que eran ceramistas y tallaban la piedra.
—¿Siempre cerámica utilitaria o también decorativa?
—Algunas cerámicas decoradas también se han encontrado. Había ceramistas pero también había cazadores, porque incluso se encontraron puntas de proyectiles por ejemplo. Y no hablamos del paleoindio (período precerámico), que eran los que estaban más atrás todavía, los primeros pobladores que hubo en el Uruguay, hace más de 10000 años. En el Río Santa Lucía han aparecido indicios del paleoindio, que eran grupos indígenas cazadores, recolectores y posiblemente también guerreros.
—¿Qué le siguió a la etapa indígena?
—Después viene la fundación de Montevideo, entre 1724 y 1730, y viene el reparto de tierras, que fueron las primeras estancias que se repartieron en los arroyos Pando, Canelón Grande y Canelón Chico. Y acá en Cerrillos, según palabras de un historiador, el primer poblador que hubo, aunque no en un arraigo permanente, fue Pedro Gronardo, que era un práctico del río De la Plata. Pedro Gronardo fue el primer hombre blanco que pobló una estancia en Canelones.
—¿En qué año?
—De 1730 en adelante. Existen documentos que señalan que esta zona ya se conocía con el nombre de Los Cerrillos, que el nombre le viene por esos pequeños cerros de piedra que hay en el parador Tajes. Y en 1772 se realiza un censo de población en la jurisdicción de Montevideo, ordenado por las autoridades de Buenos Aires.
—¿Que llegaba a incluir a Los Cerrillos?
—Sí, porque Cerrillos pertenecía a la jurisdicción de Montevideo.
—¿Cuándo se desprendió de Montevideo?
—A comienzos del siglo XIX, en la época artiguista, donde quedó establecido el departamento de Canelones, pero antes esto era Montevideo.
—¿Qué hacía Gronardo en Los Cerrillos?
—Ganadería, y además hay alguna referencia de que él embarcaba cueros en el río Santa Lucía, para lo que es posible que utilizara la zona que hoy se conoce como parador Tajes, porque había una especie de puerto natural ahí. Después vinieron otros estancieros, y en 1772 se hace un censo en lo que era conocido como los pagos de Cerrillos, que era un poco más grande de lo que es la tercera sección ahora, y se contabilizan sesenta habitantes distribuidos en seis estancias.
—¿Había algún boliche como centro de reunión?
—No tengo el dato de pulperías en esa época, pero seguramente alguna habría. Era una población mayoritariamente integrada por hombres, donde había varios indios guaraníes, y era también una zona de tránsito, porque teníamos dos caminos importantes, uno que iba a Colonia y otro a Santa Lucía, que era usado por la gente de Santa Lucía para ir a Montevideo.
—¿Por qué tiene tanto santoral Canelones?
—Es probable que tenga la influencia de la Iglesia Católica. Cerrillos en sus orígenes fue conocido como San Miguel de Los Cerrillos, y donde estamos nosotros era Cerrillos al este. Va transcurriendo el siglo XIX y empiezan a aparecer los inmigrantes, muchos de Islas Canarias, hay un grado importante de descendientes canarios en Cerrillos, había también muchos santafecinos, vascofranceses, ingleses y de otros orígenes, pero en el siglo XIX se destacan los canarios.
—Ahí llegamos a la fundación de Los Cerrillos.
—Sí, se funda el pueblo en 1896, surge San Miguel como patrono de la zona y también surge la tradición de la procesión de San Miguel, que se ha cumplido de forma ininterrumpida desde 1899 hasta hoy.
—¿Cuándo empezó a tomar cuerpo Los Cerrillos ciudad?
—Como ciudad empezó ayer nomás, porque hasta hace pocos años se mantenía como un pueblo bastante chico, si bien la ley dice que es ciudad desde 1971.
—¿No fue designada ciudad caprichosamente? ¿Cumple con los requisitos para ser ciudad?
—A mí me parece que todavía le falta como para llegar a ciudad.
—Porque no le dan los números de población.
—No, pero cuando se promulgó la ley se tomaron en cuenta los datos de la tercera sección y no del pueblo, que andaba en unos 8500 habitantes, y más o menos se ha mantenido en esa cifra. Ahí salió la ley de Los Cerrillos ciudad, cuando era menos de la mitad de lo que es ahora. Recién de unos años a esta parte ha tomado un impulso comercial que se ha destacado mucho, ha mejorado muchísimo en iluminación, prácticamente se ha duplicado la planta urbana, la población ha aumentado muchísimo, creo que ahora debe andar entre 2500 y 3000. Y después de la fundación el pueblo fue progresando muy lentamente, muy de a poco se fueron construyendo casas en la calle principal, después se empezó a edificar en las manzanas del casco antiguo, luego hubieron otros fraccionamientos, a principios de los ochenta aparece el primer supermercado, pero siempre mantuvo esa característica pueblerina.
—Una característica que debería incluir bares poblados de parroquianos, que ahora casi no se ven. ¿Coincidís en que eso se fue perdiendo?
—Sí, que ese ambiente pueblerino se ha ido disipando muy lentamente, ese ambiente donde se mezclaba el boliche con el almacén, y si bien estaba en el pueblo era un ambiente rural porque venían los paisanos de Paso del Bote y demás.
—O sea que la gente empezó a dejar de ir al boliche como centro de reunión y a vivir más puertas adentro.
—Sí, empezó a cambiar, empezaron a desaparecer los boliches muy lentamente, y ahí es cuando la cultura de los pueblos se empieza a fragmentar, a modificar, o a evolucionar de repente, porque a partir de eso vienen otras cosas.
—¿Qué características del cerríllense destacarías como definitorias de su identidad? —Cerrillos ahora está como en una especie de oasis donde muchos vicios y cosas no muy lindas que suceden en Montevideo acá todavía no están sucediendo. Cerrillos conserva mucha cosa de antes, todavía hay cierto ambiente pueblerino, con gente de campo o gente que tiene una cultura de campo pero que vive en el pueblo, un pueblo todavía sano, tranquilo, que podés salir de tu casa y dejar la puerta abierta…
—¿Todo ello lo personifica como un pueblo conservador?
—Sí, en algunos aspectos puede ser, habría que ver en qué somos conservadores.
—¿Además de conservador, reaccionario?
—No, lo veo más como un pueblo de gente más tranquila. La única vez que vi algo así, medio fuerte, fue cuando se cortó la calle con quema de cubiertas para el reclamo por las casas de MEVIR, y que fue como un despertar, como algo raro, porque eso nunca había pasado. Pero la gente de acá es más tranquila, si hay problemas como que acá tomamos más con calma las cosas, a diferencia de otras poblaciones cercanas donde de repente la gente se enfervoriza más por otras cosas, y acá como que somos más pasivos, más tranquilos.
—¿Hay resistencia a los cambios?
—Puede ser que los cambios lleguen como más lento acá.
—¿En la juventud también?
—No sabría decirte.
—¿Pero qué ves?
—Yo creo que somos como muy cerrados todavía.
—¿La juventud sigue manteniendo los parámetros de sus mayores?
—Puede ser, sí. Alguien decía hace muchos años que Cerrillos había formado como un bolsón impuesto por el río Santa Lucía y como que acá se mantuvieron las tradiciones que pasaron de abuelos a hijos, a nietos, que quedó como todo más lento, como detenidos en el tiempo.
—¿Creés que eso es bueno para la dinámica de un pueblo?
—No sé, de repente en algunos aspectos puede ser bueno para mantener algunas características de nuestra cultura, de nuestras tradiciones, de nuestros valores, mientras que hay otras cosas que de repente son malas y están pasando y habría que modificarlas.
—¿El hecho de mantenerse tan aferrado a las tradiciones no tranca el piñón de los cambios?
—Puede ser. Yo creo que es bueno evolucionar pero evolucionar para bien, cambiar para bien, pero yo prefiero seguir viendo al Cerrillos de hoy, con la forma de ser que tenemos hoy, y no parecernos más a los cinturones de Montevideo, más conflictivos, con problemas de diversa índole, con conflictos entre vecinos, conflictos con la autoridad, pérdida de valores.
—¿Ese hecho de que no exista más el boliche donde la gente se juntaba, u otras circunstancias similares, no llevó a la gente a ser más individualista y menos solidaria?
—Sí, también, puede ser que la gente esté un poco más encerrada en sí misma, que no haya tanta solidaridad.
—O sea que en ese sentido empeoró.
—Han cambiado algunas cosas, creo que la gente de antes era un poco más solidaria.
—¿La convivencia, el intercambio social, por dónde pasa hoy?
—Por la feria de los domingos por ejemplo, que junta a la gente rural y la del pueblo y se genera una interacción.
—Sería como un pulmón social.
—Sí, creo que el pueblo ha crecido mucho con la feria porque genera un lugar de intercambio de ideas, donde conversan, hablan del cultivo, de la viña; la gente se junta y eso está bueno.
—Pero eso ocurre solamente una vez cada siete días.
—Sí, de repente estaría bueno que hubiera algún otro punto de encuentro donde la gente pudiera interactuar.
—Si todo fuera posible y tuvieras la posibilidad de cambiarle algo a Los Cerrillos, ¿qué le cambiarías?
—Yo a la gente la acepto como es, con sus cosas malas y sus cosas buenas. Yo creo que no le cambiaría nada, yo lo dejaría así.
—O sea que tu Cerrillos ideal es este.
—No sé si es el ideal.
—¿Cuál sería el ideal?
—No sé, me gustaría de repente un pueblo con gente más solidaria en algunas cosas; en algunos aspectos más limpia, que no tire tantas bolsas de nylon en la calle, tantas botellas, tanta basura; que no salga a los caminos rurales a ensuciarlos; y creo que esa es una faceta importante que en Los Cerrillos se podría mejorar. Si yo pensara en Los Cerrillos ideal pensaría en un pueblo más limpio, mejor presentado. Eso por el lado de la población en general. Y por el lado de las autoridades me gustaría… Yo a veces sueño y siento que salgo de mi casa y agarro la calle principal y es un billar, y sueño que las veredas están arboladas de repente con palmeras o con otros árboles, y que las casas tienen número de puerta, que en las esquinas de las calles hay carteles para saber los nombres de las calles; una calle principal nueva con veredas lindas; una feria rebosante de gente, el triple de lo que es ahora, con todos los productores de la zona comercializando sus productos, con el artesano ofreciendo su trabajo; un pueblo en movimiento que cuida el ambiente, con gurises sanos. Pero a veces uno tampoco puede quedarse en la tribuna mirando y tiene que colaborar.
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